Miércoles 9 de Septiembre
Esta mañana me desperté con ansias. Ya mañana se cumplen 39 semanas y siento que Gael tiene ganas de salir al mundo.
Coordinamos un parto en casa con piscina y queremos que todo este impecable para la llegada de nuestro hijo.
Mi esposo aún no sabe que es un varón, quiso mantener la sorpresa para el momento.
Mi embarazo ha sido placentero, mi vida ha seguido igual pero con un barrigón. He sido fiel a mis prácticas de yoga, he meditado más que nunca. No sé si una se sienta preparada al 100% para parir pero estoy decidida a que así será.
Gael está en posición perfecta, de lado derecho con la cabeza encajada en mi pelvis. Patea como loco y muchas veces tiene hipo.
Pasamos el día limpiando, arreglando, preparando unas bolas energéticas de dátiles y cacao para el parto.
En la noche, me sentí muy cansada, tenía un poco de dolor en la espalda baja y me sentía algo extraña, pensé había sido el ajetreo del día.
A eso de las ocho de la noche, justo después de la comida, mientras hablamos por video llamada con mi suegra (nuestras familias están en Venezuela) sentí mi primera contracción.
En mi cabeza comenzaron a aparecer pensamientos, quería controlar todo y saber exactamente lo que estaba pasando.
Escribí a mi doctor y me dijo que tratara de descansar y mañana pasara el día como de costumbre.
Tuve contracciones toda la noche y de verdad que no pude dormir. Por un lado sentía dolor, algo similar a cuando estas menstruando, por otro lado quería estar atenta a lo que sentía y tal vez una parte de mi sentía un poco de miedo ante lo que se venía.
Escuche música, hable con mi esposo, me pare a caminar, respire y le di miles de caricias a Gael aun en la barriga.
Como a eso de las 11 am del Jueves, me había quedado dormida entre contracción y contracción y de repente sentí como que se hubiera explotado un globo. Rompí fuente!!!!
Sentí un alivio inmediato apenas el líquido amniótico se derramo, era como tener más espacio para respirar. Después de eso las contracciones se sintieron más leves.
El cuerpo se prepara y empiezas a expulsar todo. Estamos diseñadas para parir y el cuerpo sabe qué hacer.
Tuve la dicha de contar con el apoyo de una doula, ella me guio en mi dolor, con respiraciones y movimientos, palabras. Es súper importante sentir que tienes espacio y tiempo cuando te estas preparando para parir. En medio de todo lo que estaba sintiendo, de las dudas y las ansias y las contracciones, me sentí siempre cómoda, querida y acompañada. Poder compartir cada momento con mi esposo, que mis mascotas anduvieran por ahí rondando como cualquier otro día, poder decidir en qué posición estar me hizo sentir tranquila. Me hizo sentir que parir era un momento más de mi vida diaria. Sin vías, sin inyecciones, ni aire acondicionado que te congela, sin luces que te hacen sentir como que te fuera a interrogar en la policía.
Jamás sentí que algo malo pudiera pasar, vi este momento como algo normal, como la naturaleza siguiendo su rumbo. Mi bebe estaba listo para salir y el mismo sabía exactamente qué hacer para venir. Yo solo debía estar atenta a recibir esos mensajes y saber cuándo y cómo pujar.
Cuando llegaron mis médicos y me revisaron ya estaba dilata de 10cm.
Se apresuraron todos a preparar la piscina con agua. Yo no veía la hora de meterme en esa piscina. Sabía que el agua sería un calmante espectacular y bueno, por otro lado sabía que una vez que saliera de esa piscina seria con Gael en brazos.
La verdad, hay momentos donde siento que no recuerdo exactamente que paso ese día. Uno entra como en un trance, te conectas con tu cuerpo de una manera increíble y la mente es como que dejara de funcionar para dejar que el instinto se apodere de ti.
Como bien dice mi médico adorado, el día que damos a luz las mujeres entramos en el planeta parto.
El agua me relajo tanto que hubo un momento donde las contracciones se hicieron cada vez más leves.
Intentamos varias posiciones dentro de la piscina para pujar. Oswaldo, mi esposo, mi apoyo incondicional, participo en cada una de estas poses para lograr que naciera. Fue increíble, parimos juntos. Fue como que nos hubiéramos fusionado y al igual como estuvimos juntos al momento de crear a Gael, estuvimos así de conectados al momento que el llegaría al mundo.
Hubo un momento en el que sentí que no podía. Estaba cansada y cada vez que pujaba sentía que no me daba el cuerpo para seguir. En ese momento mi doctor se sentó a mi lado, me mostro una foto de la cabeza de mi hijo asomada por mi vagina y me dijo: Si puedes, puja duro y cuando te diga respira, respiras para que no te rompas.
Y así como que me hubieran cambiado el chip, me sentí con tanta fuerza que puje dos veces más y ahí estaba, afuera y llorando.
Gael nació el 10 de Septiembre a las 5:45 pm.
Es un niño sano y feliz. No tuvo ningún tipo de intervención. Paso de la barriga directo a mis brazos. Esperamos que el cordón dejara de latir para cortarlo.
Oswaldo lo corto con un bisturí. Mientras esperábamos las contracciones para que la placenta saliera, Gael estuvo en brazos de su papa y nuestra perra Kalima lo lamio de pies a cabeza.
Yo no tuve ningún desgarre. Salí de la piscina directo a mi cama con mi hijo en brazos pegado de la teta como que siempre hubiese estado allí. Fue increíble como pasamos de una realidad a otra en cuestión de segundos con paz, amor y respeto.
Pienso que la manera en cómo vivimos las cosas afecta completamente nuestra realidad.
Las mujeres somos creadoras, somos madres, somos humanas y somos animales. Si la cabeza no nos hiciera dudar tanto, en ningún momento nos preguntaríamos si seremos capaces o no de parir. Si no existiera tanta desinformación, tanto oportunismo, probablemente habrían menos intervenciones y más partos naturales.