El Cuarto Trimestre

Después de meses de espera y de imaginar como seria, de repente tienes a esta personita entre los brazos. Ves la cara de tu hijo, lo sostienes con cuidado y te das cuenta que por más que se haya engendrado dentro de ti y que lo hayas parido aun no lo conoces. 

Según la ciencia, los bebes no están completamente listos para nacer a los nueve meses. Lo ideal sería que permanecieran en el vientre de la madre hasta los doce meses, pero sería fisiológicamente imposible para la mujer dar a luz a un bebe de este tamaño.  

Por esta razón cuando un bebe nace, necesita sentirse tan calentito y cómodo como en el vientre. Para ellos la transición del vientre al mundo no es inmediata y pueden tardar hasta los ocho o nueve meses de edad en darse cuenta de que son individuos independientes. 

Durante los primeros meses después de dar a luz experimentamos muchos cambios tanto a nivel físico como emocional. El cuerpo se está recuperando del embarazo y del parto. Estamos aprendiendo a ser madres, a conocer a nuestros hijos, a dar pecho. Las hormonas están como locas, dormimos poco, sentimos no tener tiempo ni para las cosas más normales como tomar una ducha o comer tranquilas.  

Es un cambio total, ya que de ahora en adelante la vida no volverá a ser igual. Has renacido, como madre. Eres otra, eres tú. Y aunque de momentos pudiera ser frustrante, comienza una etapa hermosa, llena de amor y aprendizaje, tanto para tu bebe, como para ti y para tu pareja.  

Es una experiencia mágica y única. Tu bebe te necesita al cien por ciento, es tu momento de cuidarlo, de darle amor, de alimentarlo y demostrarle que siempre estarás allí. Cuando conectas con estas necesidades y te olvidas del cansancio y el apuro puedes estar allí, estar presente, disfrutar el proceso y recordar que es algo momentáneo.  

Muchas personas critican el hecho de pasar demasiado tiempo con los bebes o cargarlos en exceso. Yo pienso que al igual como los animales mamíferos, que disfrutan de su maternidad al máximo, que se postran con sus crías hasta que estas puedan valerse por ellas mismas, nosotros los humanos deberíamos actuar de la misma manera.  

Cuando miro a Gael y veo cómo cambia cada día, como crece, aprende, sonríe y se emociona cuando nos ve, me relajo porque me doy cuenta que estoy justo donde debo estar. El me recuerda lo maravilloso de la vida, lo importante que es el presente, lo mágico de la simplicidad, los pequeños detalles que hacen que una y otra vez podamos emocionarnos y disfrutar de aquellas cosas que cuando crecemos por alguna razón pierden sentido. 

Cada mínima cosa que hacen es algo nuevo para ellos, y para ti.  Ser madres es un trabajo a tiempo completo y los niños necesitan de este tiempo y esta atención, para crecer sanos, queridos, amados y seguros de ellos mismos. 

Toma tu tiempo, vive tu momento. Cuida de ti misma y cuida de tus hijos. Escucha tu corazón y tu instinto. Tu eres la única que puede reconocer las necesidades de tu hijo. Dale lo que necesita, no te preocupes, no te exijas demasiado, no te juzgues y sobre todo no te dejes llevar por lo que digan los demás. La sociedad nos juzga demasiado y a veces no nos permite seguir nuestro ritmo, cumplir nuestros procesos. 

Cada niño es distinto, cada ser es distinto, cada relación, cada realidad. 

 Se tu misma, confía, aprende y crece con ellos. Los niños son sabios, ellos no dudan, ellos solo sienten y transmiten de la forma más pura sus sentimientos y sus necesidades. 

Estamos formando a las futuras generaciones. Los niños no solo son de los padres, son del mundo.  De la manera en la que ellos crezcan y de la manera como ellos perciban la realidad será la realidad del planeta.